William Anthony Colón Román (Bronx, Nueva York, 28 de abril de 1950) es un cantante, compositor, arreglista y trombonista estadounidense de origen puertorriqueño, uno de los pioneros de la salsa durante la década de 1970 e innovador en otros géneros musicales del Caribe.
Hijo de nuyoricans pero criado por su abuela puertorriqueña Antonia, desde muy niño se nutrió de la música boricua en particular y latinoamericana en general. Así, a los 11 años comenzó a incursionar en el mundo de la música, primero con la flauta, luego con el clarín, posteriormente con la trompeta y, finalmente, con el trombón, instrumento que lo consagró como uno de los representantes más importantes de la naciente música salsa.
De esta manera, temprano, en 1965, este joven intrépido se lanzó a las calles a probar su talento, justo en la época de furor de la música latina (caribeña) en Nueva York, donde dominaban Tito Puente, Charlie Palmieri, Eddie Palmieri, Larry Harlow y Ray Barretto, entre otros, conformando agrupaciones aficionadas que recibieron buenos comentarios.
En 1967, cuando tenía 17 años de edad, se integró al grupo de artistas que formaban parte de la peña de Jerry Masucci y Johnny Pacheco y que fueron responsables de impulsar el auge del nuevo sello discográfico que cohesionaría la nueva expresión musical latina: Fania. Así, grabó su primer disco para Fania, acompañado de Héctor Lavoe, titulado El Malo, en 1967.
La entrada de Colón al mundo del disco fue uno de los momentos más significativos de la música salsa, en tanto fue el punto de partida más impactante que desarrollaría la nueva expresión salsera, en un intento por homogeneizar los trabajos que desde hacía varios años se realizaban en el mundo latino de Nueva York, como parte de una nueva propuesta sonora.
En ese contexto, la gloria de Willie Colón estribó en su capacidad de elaborar el sonido preciso que identificó el nuevo tiempo rítmico, que en su acepción sociológica significó la representación latina (sobre todo caribeña). Nadie mejor que él pudo armonizar las tendencias musicales del mundo anglosajón (jazz, rock, soul, funk) con la “vieja” escuela latina del mambo, el son, la pachanga, el cha-cha-chá y la guaracha, añadiendo la nostalgia del sonido tradicional puertorriqueño, inscrito en la música jíbara, la bomba y la plena, y por supuesto, de otras tendencias musicales latinoamericanas como la cumbia colombiana, el merengue dominicano, la gaita venezolana y la música brasileña, entre otras.
Cabe anotar que el despegue del proyecto musical de Willie Colón se debió, en gran medida, a su junte con el cantante ponceño Héctor Lavoe, quien llegó a él por recomendación del veterano músico Johnny Pacheco (pues a Pacheco no le gustó el primer cantante de la banda de Colón), y junto a quien creó el binomio más importante de la salsa. Al lado del denominado “Cantante de Cantantes”, Colón elevó su propuesta al máximo renglón de las escenas musicales, sobre todo porque se logró hilvanar un nuevo concepto musical que combinó el tono pícaro e hiriente de la voz de Lavoe y su apego a las melodías de la canción tradicional boricua, con el interés del osado trombonista de proyectar en su trabajo la evocación nostálgica del sonido de las raíces de la música puertorriqueña, en unión al sonido fuerte y agresivo del mundo urbano que los abrigó.
Durante los siete años que duró la unión de Willie Colón y Héctor Lavoe la salsa triunfó. La receta del éxito fue trastocar los patrones rítmicos establecidos para marcar el compás del nuevo tiempo de la salsa, armado de composiciones modernas y matizadas por fraseos y frases típicas del campesinado boricua.
De esta forma, la unión de los dos y el conocimiento de su entorno cultural latinoamericano, junto a la imagen, el sonido y el repertorio, lo convirtieron en un experimentador notable del ritmo afroantillano. Esta sociedad duró seis años, periodo en el cual crearon juntos exitosas producciones como El Malo (1967), The Hustler (1968), Guisando (1969), Cosa nuestra (1970), Asalto navideño (1971), La gran fuga (1971), Crime Pays (1972), El juicio (1972), Lo mato (1973) y The Good - The Bad - The Ugly (1975). Estas producciones estuvieron, a su vez, matizadas por canciones que trataron temas de la marginalidad, con todo y sus señas de peligrosidad, como se aprecia en éxitos como "Te conozco", "Calle Luna, calle Sol", y "El día de mi suerte". Otros temas que bajo este dueto se pegaron fueron "La Murga", "Ausencia", "Ghana'e", "Barrunto", "Piraña", "Todo tiene su final", y "Che Che Colé".