Coraline Jones es una niña que acaba de mudarse junto a sus
padres a una nueva casa. Dado que estos están muy ocupados con su trabajo, ella
se propone buscarse otros padres. Coraline empieza a explorar la casa y
alrededores, conociendo a varios y excéntricos vecinos como el señor Bobinsky,
un excéntrico acróbata ruso y entrenador de ratas, las señoritas Spink y
Forcible, dos actrices retiradas y Wybie el nieto hablador de la patrona.
Coraline también descubre una antigua puerta escondida, la cual tras ser
abierta resulta estar sellada por dentro con ladrillos.
Esa misma noche, Caroline es guiada por unos ratones ante la
misma puerta la cual resulta tener una especie de pasadizo que lleva a un mundo
paralelo, llamado "el otro mundo". Habitado por su otra madre y
padre, Doppelgängers de sus padres, con la excepción de tener botones por ojos.
Dichas versiones a diferencia de sus verdaderos padres, siempre tienen tiempo
para ella, y de esa manera Coraline decide quedarse esa noche en el mundo real
despertando en el verdadero a la mañana siguiente.
Una entusiasmada Coraline comienza a visitar cada noche el
otro mundo, en el que encuentra versiones alternativas de sus verdaderos
vecinos. Durante una visita Coraline se encuentra con el gato negro de su
realidad dotado con la capacidad de hablar, con la que le advierte del peligro
que corre en el lugar, aunque no le presta mucha atención. Después de tres
noches, la otra madre le ofrece a Coraline la oportunidad de quedarse en el
otro mundo para siempre con la condición de dejarse coserse botones en los
ojos. Coraline confundida y algo aterrada se niega, lo que provoca que su otra
madre la encierre en un espejo.
Allí se encuentra con los fantasmas de tres niños que han
perdido sus ojos y almas por la otra madre. Con la ayuda del otro Wybie,
Coraline escapa hasta su hogar (lo que provoca su eliminación). Una vez en
casa, los padres de Coraline nunca se presentan y el gato le muestra vía espejo
que sus padres han sido secuestrados por la otra madre en castigo por rehusarse
a vivir con ella. En un principio Coraline intenta persuadir a Wybie de ayudarla,
pero este cree que está loca y la rechaza. Sin más remedio que regresar al otro
mundo, y armada con una piedra mágica, otorgada por Spink y Forcible. Coraline
se dispone a rescatar los fantasmas de los niños y a sus secuestrados padres.
Siguiendo un consejo del gato, Coraline desafía a su otra
madre a un juego. Si ella puede encontrar a sus padres y los ojos de los niños
fantasmas; todos podrán irse, si pierde ella se quedara en el otro mundo para
siempre y se dejara coser los botones en sus ojos. Con la ayuda de la piedra
mágica, el gato negro y del otro padre, Coraline burla a las versiones malvadas
de los vecinos guardianes de los ojos. Sabiendo que la otra madre no cumplirá
su parte, Coraline engaña a su rival, para que abra la puerta al mundo real, mientras
toma un globo de nieve en el que sus padres resultan estar aprisionados.
Coraline evade a la otra madre y valerosamente escapa junto al gato, cerrando
la puerta hacia al otro mundo en la ahora dañada mano mecánica de la otra
madre. Coraline sella la puerta en el mundo real y se encuentra con sus padres
sanos y salvos, sin recuerdos de dicha experiencia.
Al llegar la noche, Coraline es visitada por los fantasmas
de los tres niños por última vez, que le advierten que ella seguirá en peligro
mientras conserve la llave de la puerta. Para evitar que la otra madre siga
secuestrando niños, la niña decide arrojar la llave al fondo de un pozo,
localizado en la propiedad. La apuntada mano de la otra madre, que ha podido
cruzar al mundo real, ataca a Coraline, pero es destruida por Wybie quien ha
descubierto la verdad por sí solo y ha decido ayudar a su amiga. Los pedazos y
la llave son arrojados al pozo que después es tapado.
Terminada la tarea, los padres de Coraline dispuestos a
pasar el tiempo con sus padres organizan una fiesta en el jardín de atrás del
Pink Palace en la cual invitan a todos los vecinos, mientras Coraline habla con
la abuela de Wybie quien perdió a su hermana por culpa de la otra madre,
preparándose para contarle su historia.
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